19 ago 2009

Por Meli.

Cuando es el correr del tiempo el encargado de hacerme ver las cosas, me doy cuenta de lo ingenua que fui. O de lo enamorada que estuve.
Lamento una y mil veces no haberme dado cuenta lo que tenía en frente, y me recrimino el doble el no haber peleado por aquella persona que lo era (es) todo para mi.
Pretendo tener el control de todo tipo de situación. Invento excusas para que no se de cuenta que estoy llorando por él; no quiero que se de cuenta que forma parte de mi totalidad. Me da miedo mostrar mi fragilidad porque pienso que así soy menos persona.
Ahora, me doy cuenta de que desperdicié mi oportunidad de ser feliz y, lo más grave, que no hay vuelta atrás.
Lo único que hago es llorar recordando momentos que pasé con él, frases que salieron de su boca. Tengo la necesidad de escuchar su voz que me daba seguridad; ahora nada lo hace.
La inestabilidad se me volvió un hábito. Un día lo quiero mucho, otro día no tanto, pero al siguiente lo amo con más ganas que antes.
Mis amigos me presionan para que deje de estar como estoy por su culpa, se excusan diciendo que él no vale la pena o no merece mis lágrimas. Mentira! Él, si vale la pena para mí. Vale mi vida, si es que eso es necesario para demostrar mi amor.
Merece sólo mis sonrisas y alegrías porque él fue el encargado de hacerme feliz. Mis lágrimas las merezco yo, por no haber sabido reconocer su amor.
Un amor que nunca antes me habían dado, ese que iba más allá de las palabras y de los significados abstractos que se le puedan dar como definición.
Ahora es él quien tiene la convicción de saber lo que quiere mientras yo no tengo ninguna cosa clara.
Si, fue amor. Es amor. Pero queda sólo en mi recuerdo y quizá en el de él si es que se lo permite, o quizá habrá mujer capaz de hacer que se olvide de mí. Pero tengo por seguro que no habrá persona que me haga olvidar de él por más que el tiempo pase, y nos terminemos por dejar de ver con frecuencia sólo porque cada uno siguió con su vida.
Él sigue con su vida, yo no sigo con la mía. Sigo con la de él muy estrecha a la mía. Por más que él piense (porque yo le hago creer) que todo pasó y que todo el tiempo lo borró.
Ojalá pensara de la misma forma que yo. Ojalá quisiera volver a empezar desde donde dejamos. Ojalá tenga la necesidad de hacerme feliz como yo la tengo hacia para con él.
Quizá él pueda volver a su rutina hasta que alguien se la corrompa como hacía con la mía cada vez que me sacaba una sonrisa. Cada vez que me confirmaba que era feliz.
Tal vez exista alguien en el mundo que lo haga feliz de verdad, que le dé lo que el pide y necesita.
No fue muy difícil quererlo, de hecho todo fue muy rápido. Sus estrategias son perfectas para enamorar, son de lo más sutiles. De lo más perfectas. Así como él.
Es algo tan lindo y tan distinto lo que siento por él que hasta a veces me pregunto si la que está sintiendo soy yo. Desconocía ese lugar de mí. Él me lo hizo conocer, me hizo conocerme. Me hizo quererme. Quererlo. Amarlo.

3 comentarios:

  1. te amo vicky hermoso lo que escribis gracias por todo

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  2. Of course, muchos problemas.

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  3. Lo siento, iva a leer tu blog pero el fondo negro con cosas rosas, verdes y demas colores chillones no me dejan leer.

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