10 oct 2010

Aventuras~

Me levanto un mensaje de Leandro "Caro y yo queremos salir". No me quedaba otra que levantarme, además, ya era muy tarde. ¡Las 3 de la tarde! Me levanto, voy al baño, me lavo la cara y me conecto al msn. Abro la ventanita de Leandro, mientras me llegaba otro sms de él, y le digo "acá estoy". Nuevamente, "Caro y yo queremos ir a Palermo". Esta bien, yo también quería ir, pero ERROR, no tengo plata, y no sabia si mis viejos me iban a dejar ir. Tenía que comer y cambiarme. Y tan lejos, no da ir muy tarde. Pregunté a mi mamá y me dejo ir (milagro o locura del momento, no sé), pero no me iba a dar plata. Les comenté este pequeño inconveniente a mis amigos y me dijeron que no importaba, discutimos un poco sobre nuestro paradero, como íbamos a llegar, y el horario, ¡porque ya era tarde!. Después de discutir, debatir, discutir; a las cuatro me pasaban a buscar. Me cambié, descongelé algo de comida que tenia en el freezer (pizza de mi cumpleaños) y los esperé. Así fue, que a las 16hs Leandro ya estaba acá. Jodimos, nos reímos, estuvimos con mi hermano y mi primo, reímos, jodimos. Al rato llego Carito. Salgo con mi superbolsosiemprelisto con las cosas que necesitaba para este día y cierro la puerta ERROR. Caro me dice "No, vamos adentro, ¡¡que mi papá cree que nos quedamos acá, a hacer el trabajo de Lengua!!!" Y yo, ya había cerrado la puerta. Fuimos por la otra puerta, la del garaje, la cual yo tengo llave, y entramos. El problema ahora era el siguiente; ¿Como llegábamos a los bosques? Vaya-Dios-A-Saber. Empecé a gritarle a mi papá, que no sabia en que parte de la casa estaba, que por favor, me indicara. Asomo su cabeza del techo (WTF), y me dijo qué no estaba muy seguro, que creía que el 34. Se asoma una segunda cabeza del techo, mi primo, y nos dice que el 28 (como había dicho Leandro en un principio) nos dejaba bien. Teníamos que bajarnos antes de que el bondi llegara a ciudad universitaria. Esperamos un rato a que el papá de Carito se fuera de los alrededores, y salimos rumbo a la parada.  Es acá a la vuelta de mi casa, nada del otro mundo. Mientras estábamos en la parada, pasaron cinco mil 21's, colectivo que no pasa nunca en la vida, y del 28, ni noticias. ¿Porque siempre pasa el colectivo que no necesitamos? Soy usuaria regular del 21 y nunca pasa, y siempre que lo espero pasan veinticinco 28's. Whatever. Cuando empezamos a creer que nos habíamos confundido de parada y que el 28 no iba a pasar más por aquella esquina, paso uno. Lo paramos y subimos. A los empujones y al corito de "preguntá, preguntá", obligamos a Leandro a que le pregunté al Sr. Chofer si era ese colectivo el que nos dejaba en los bosques de Palermo. ERROR. Este no era el colectivo que teníamos que tomar, sino el del cartel amarillo, que decía "Ciudad Universitaria". Si, la verdad que ni nos habíamos fijado en el cartelito. El amable Sr. Chofer nos bajó en la próxima parada para que esperáramos al colectivo correcto. Muy amable, chau chau. No tardó mucho, y ahora estábamos mas tranquilos porque esperábamos el colectivo en una parada con un poco mas de movimiento y gente (no como acá a la vuelta, que no hay ni un alma). Cinco, 10, 15 minutos y llega el bendito colectivo de cartel amarillo. Subimos, "Hasta los bosques de Palermo, por favor". Nos marcó tres boletos de 1.75.. ¡y nosotros solo teníamos 1.25 para cada uno! ERROR Tuvimos que bajarnos, una vez más... pero esta vez, en el medio de la nada. Un horror. Y ahora, a buscar algún negocio que nos cambié monedas. Muchas cuadras, cuadras que se me hicieron eternas, porque estábamos en el medio de la nada, y me daba miedo. "Chicos, esto debe ser el destino que no quiere que vayamos al Palermo, volvamos". Nadie creyó en mis presagios, y siguieron caminando en busca de un kiosco. "Yo no le mentí a mi papá para ir a Devoto, ahora me voy a Palermo". Dijo Caro, a pesar de que ya eran las cinco, y que la tarde se nos iba. Finalmente, conseguimos el bendito Kiosco. ¡Gracias! Compramos un paquete de galletitas y una Coca, y estamos listos para seguir rumbo a nuestro destino, pero.. ¿Donde había una nueva parada del 28?. Tuvimos que subir a la Gral. Paz. Por suerte estábamos ahí nomas. Y al fin, llegó nuevamente el colectivo de cartel amarillo, y esta vez teníamos monedas suficientes y de sobra para pagar el boleto. Colectivo semi lleno, ahora, a esperar. Mientras tanto, en el colectivo, me di cuenta que me había vuelto a olvidar el segundo nombre de Carito. “¡Josefina, Yamila, Jesica!”. ERROR. No era ninguno. Aunque mis intentos estaban mas cerca que los de Leandro, que insistía en que ella era Carolina Marisol. Y gritaba en el colectivo, Carolina Marisol, bien fuerte, con apellido y todo, cosa que le secuestren o que la busquen en facebook. Media hora, 45 minutos, y de vuelta sonó el corito de "Preguntá, Preguntá", para que Leandro se acerque al nuevo Sr. Chofer, para saber donde bajábamos. A esa altura faltaban 3 paradas, bien. Momento de bajar. ¿Donde estaba la puerta? En el charco de barro mas profundo que vi en mi vida. Y el único en muchisimos metros. Parecía calculado para que metamos la pata ahí. Fue terrible cuando baje y vi que ese poso de porquería tenía un metro de largo, el metro que debe tener la puerta del coletivo, y a los alrededores no había nada de barro, ni agua ni nada, era ahí, donde paro el bondi. ¿Donde estábamos? Ni puta idea. Ni señal de los lagos, ni del planetario, nada. Entramos a caminar, porque quedarse ahí parados, no daba. Leandro parecía una maldita brújula, que se tocaba la cabeza y sabía hacia donde ir. No se como, pero divisamos el lago. Estábamos bien. Foto de acá, foto de allá. "¿Nos subimos a un bote?". Una de las peores ideas que tuvo Carolina en su vida. Y a buscar el lugar en donde alquilaban los botes, nomas. Mientras rodeábamos el lago, comenzamos a hablar en inglés, onda turista. ERROR El inglés de Leandro sonaba muy gracioso, cero pronunciación. Llegábamos a los botecitos. Alquilamos uno. Hora de subir. ERROR Entro en pánico. "¿Quién pedalea? ELLOS". No le di tiempo al Sr. Alquilador ni de terminar de preguntar, que yo ya me había lavado las manos. No quería subir, ¡se movía mucho!. Me gritaron, me retaron y básicamente, me obligaron con cara de malvados. Me subí, con todo el cagazo. Como se movía esa mierda, la puta madre. Hora de moverse, y cada vez nos alejábamos mas de la orilla. No había escapatoria ni salida. Hora de Navegar. Leandro, como siempre, hacia lo que quería y manejaba hacia donde quería. Su destino era la orilla, las rocas y la pobre gente.En el medio del lago cantábamos, si, cantábamos; Canciones de Bob Esponja. Y gritábamos BLA BLA BLA. No se porqué, pero la cara de la gente es muy graciosa cuando lo hacemos. Le mande un mensaje a mi mamá "Estoy en el medio del lago". Siento la necesidad de hacer estas cosas, porque desde chica que fui una cobarde, y ahora con amigos me animo a todo, entonces estoy muy orgullosa de mi misma. En algún punto el viaje se volvió muy placentero; el atardecer, el suave movimiento del agua, el vientito fresco... y como todo lo bueno, cuando empiezo a disfrutarlo, tuvo que terminarse. Era hora de bajar. Y ya estaba super oscuro. Pero ahora Carito tenía otra ocurrencia "Quiero andar en las bicis".. OK. Donde alquilaban esas bicis, ni idea. Caminamos, en algún momento encontraríamos algo. Mientras tanto, obviamente, sacábamos fotos. Vemos a unas personitas sobre las bicis, y otra vez surgió el corito; "Preguntale, Preguntale". Ver a Leandro corriendo atras de los ciclistas, y a estos acelerar por miedo, fue una de las secuencias mas graciosas del día. Nos mostraron donde se alquilaban, y caminamos hasta allá. Ya era muy de noche, yo me quería volver. Me daba miedito, porque la gente empezaba a desaparecer, y los arboles a juntarse y no dejarle paso a la luz de la luna. Y ni hablar de las prostitutas que empiezan a sumarse a la noche. Hora de alquilar una bici. Había que dejar algo de garantía, y nadie tenía documentos. Somos unos malditos indocumentados. El Sr. Alquilador de Bicis (que, a propósito, daba miedo...) nos pidió que dejásemos un celular. Es corto; ni en pedo. Le dejamos el doble del alquiler, y después nos lo devolvería. Hora de pedalear. Primero lo hicimos nosotras, ¡Fue muy divertido! Aunque Leandro quería que choquemos y nos hagamos mierda, supimos controlarlo. Dimos un par de vueltas, y era hora de devolver la bici. El Sr. nos devolvió nuestro dinero, como lo habíamos pactado. No nos cagó. Milagro. Y ahora, a volver a casa. ¿Como? Ni idea. Eran ya las ocho de la noche. Horror. Llamé a mi papá a ver que método era de nuestra conveniencia; muchos colectivos juntos. No, gracias, nos daba miedo. Tomamos un taxi ERROR. Lo que tardó ese maldito coche color amarillo y negro en venir, es increíble. Y la noche cada vez se cerraba más. Una hora habremos estado, no se. Y esas cuadras que caminamos, eternas. Cambiamos de lugar de espera, porque donde estábamos no había nada de nada. Fuimos a un lugar con comercios. Y esa interminaaable caminata, llego a su fin. Una esquina, con un montón de bares, luces, restaurantes y etc. A seguir esperando. Llego el Sr. Taxista. Como adivinó nuestras indicaciones para llegar a casa, no tengo idea. Un genio el chabón, encima escucha buena música.Tuvo que soportarnos hablar mal de la gente, desubicarnos y cambiar de destino. Hacen falta mas choferes asi. ¿Que hacíamos ahora? Ese era el tema de conversación. Planes, Planes, e inconvenientes, obvio. Porque ambos padres creían que ambos amigos estaban en mi casa, y ni Leandro ni yo teníamos mucha plata. No se como, pero nos decidimos en seguir mintiendole al papá de Carito, venir a mi casa y después, al cine. Llegamos a casa. Tratando de convencer al papá de Carito que la venga a buscar tarde.. Y logramos convencerlo de que ella llegue a la 1 de la madrugada. Decidiendo que comíamos e intentando conseguir cambio, desastre. Y lo más importante, destino; ¿Cine o heladería?. Cine. Decidir que película veíamos fue un infierno, porque nunca nos poníamos de acuerdo. Y resto de problemas habituales. Invitamos a Mauri, mi hermano, a venir con nosotros. Mientras estábamos acá, me llamó mi novio, Chris. Sin hablar con él, el día no estaría completo. Llego la pizza, comimos y llego la hora de irse. Parada del colectivo. No se si por suerte o desgracia, estaba llena de gente. Mejor, menos peligro, supongo. El colectivo, como siempre tardó. Durante la espera, no se nos ocurrió mejor idea que llamar a Fede por teléfono, para hablar las tonterías de siempre. Leandro gritó al teléfono "Hijos de puta" por algo que dijo Seba, que también estaba del otro lado del teléfono, y una evangelista metida que acababa de salir de la Iglesia, nos miró con cara de superada y nos dijo "Ay, chicoos". Le pusimos nuestra mejor cara de estúpida-meteteentusasuntos, y seguimos en nuestra conversación. Era increíble la cantidad de gente que salía de la iglesia a las diez de la noche. ¿Tan al pedo puede estar la gente? Bueno, al menos esa es nuestra manera de ver las cosas. Llega el colectivo, y subimos, obvio. Estaba lleno a más no poder. No se como, pero mi hermano conocía al chofer, y por ser Hijos de. no nos cobró el boleto. Unas tres paradas antes estabamos empujando gente para llegar a la salida, porque si no, no nos bajábamos más. Y nada, hicimos la cuadra que nos separaba de la parada y el shop, y entramos, derechito y apurados al cine. Hicimos la bendita fila, y sacamos entrada para "La película apta para mayores de 16 que empiece ahora o haya empezado recién". Estábamos entre dos, de las cuales una era muy muy mala, y entramos a ver "El último exorcismo". Carolina se negaba a entrar, pero si yo me subí a los botes, ella tenía que entrar al cine. La peli ya había empezado cuando entramos. Nos sentamos rápido y disfrutamos la función. O intentamos, porque Leandro ponía voz de mina y gritaba cositas raras, ambos hombres se tiraban pedos y Mauricio eructaba. En el medio de la función a Caro se le ocurrió que quería ir al baño, aunque mas bien lo que quería era escaparse de la peli. Se fue, y tardo mas o menos media hora en volver. Se perdió media película. Cuando volvieron, no entendían nada. La peli, recomendable.

 
Pocas veces se tienen aventuras así con amigos. Es parte de crecer, es parte de la adolescencia. Nada nos detiene, todo se disfruta. Mis amigos son únicos y son los mejores. Esta es una de nuestras tantas andanzas. Nos gusta conocer nuevos lugares, disfrutar de diferentes paisajes y perdernos en la gran Buenos Aires. Sabemos reirnos del miedo y de los problemas. Entendemos la edad que tenemos y lo que nos corresponde hacer (y lo que no).

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